26 agosto 2009
Tezcatlipoca
Tezcatlipoca, es señor del cielo y de la tierra, fuente de vida, tutela y amparo del hombre, origen del poder y la felicidad, dueño de las batallas, omnipresente, fuerte e invisible.
El lado norte del universo se identificaba con el Mictlán, región del reposo, y se llama Mictlampa, rumbo de los muertos. Se asocia con el color negro, con la imagen del Técpatl o cuchillo de pedernal, lo preside Yayauhqui Tezcatlipoca (Oscuro espejo su esplender). El norte es una región árida por donde soplan los vientos fríos. Tezcatlipoca es señor de los guerreros y gobernantes; guardian del frío que representa el cielo nocturno. Es un protector que tiene el don de la ubicuidad. Su atributo principal es el espejo que humea; su disfraz es el jaguar, el que va al corazón de la montaña (Tepeyolohtli) y su emblema un cuchillo de obsidiana, que representa el viento negro y cortante, como las palabras que desarmonizan el entorno y la comunicación cuando no se emplean adecuadamente. Tezcatlipoca es, junto con Quetzalcóatl, quien dio origen al mundo. Esta imagen procede del Códice Borgia.
Entre los toltecas, era un protector transformador que descendió del cielo a la tierra valiéndose de una tela de araña, para destruir la obra de Quetzalcóatl, a quién se le apareció bajo el aspecto de un viejo que le ofreció el brebaje de la inmortalidad, pero éste era en realidad una bebida enloquecedora.
Entre los nahuas (aztecas y otros pueblos de habla náhuatl), Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son dualidad y antagonía. Quetzalcóatl es llamado también Tezcatlipoca blanco en tanto que el color de Tezcatlipoca es el negro.
En una de las leyendas nahuas del origen del universo, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl originaron al mundo. Existía solo un océano primigenio, donde únicamente vivía el monstruo de la tierra, Cipactli, Tezcatlipoca ofreció su pie como señuelo, y el monstruo de la tierra emergió y se lo comió. Entonces, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se apoderaron de él, y lo extendieron para convertirlo en la tierra. Sus múltiples ojos se convirtieron en estanques y lagunas, y sus fosas nasales son las cuevas. Para resarcir el daño que le hicieron al monstruo de la tierra, Tezcatlipoca exige ofrendas humanas, consistentes en dar de cada uno lo mejor de si, alcanzando la trascendencía a través de la acción y la preservación de la naturaleza.
Tezcatlipoca se representa con una franja negra en el rostro y en una pierna muestra un hueso expuesto donde debería estar el pie. Se le representa como un jaguar, fuerza interna de la Madre Tierra, el sol nocturno.
Una de las ceremonias más importantes de los mexihtin-tenochca consistía en la ofrenda simbólica de un joven que representaba a Tezcatlipoca. Un voluntario se ofrecía para ser "sacrificado" y durante un año era tratado como un "dios" en la tierra, recorría las calles tocando la flauta y siendo adorado. Al final del año, debía subir al templo, rompiendo cuatro flautas que representaban los puntos cósmicos. Finalmente, esa vida de placeres era abandonada para comenzar su preparación y convertirse en un protector Tezcatlipoca, encargado de dar continuidad a la disciplina de niños y jóvenes en las artes esotéricas (trabajo interno en las cuevas) y la proyección del nahualli (energía recóndita) de cada persona a través de su Tonalpohualli (energía natal).
En si, la responsabilidad de quien era elegido para continuar el trabajo como protector Tezcatlipoca, consistía en lograr que niños y jóvenes reconocieran su identidad "Yo cuerpo" a través de la capacidad de reflexión y acción en su espacio, su entorno, su familia, su comunidad y su nación. Sólo así conservarían intacto el legado heredado de generación en generación, el cual se ha mantenido en las montañas, en comunidades que nunca permitieron la profanación de su cultura por parte del sistema capitalista o la iglesia católica.
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